Sunday, October 9, 2022

 !PERFORMANCE! FOR THE SAKE OF ATTENTION or bad DaDa
                                Rudolf Schwarzkogler Tate Museum / Caramelos Anónimos
     
Andres Reynaldo
 
OCTUBRE 8, 2022

Una vez fui invitado a la casa de unos coleccionistas donde abundaban las obras de vanguardia. En particular, me llamó la atención la pieza de un artista cubano que buena parte de la crítica y el público considera un genio. Se trataba de un montón de caramelos arrumbados en una esquina que tenía el peso de un ser querido del artista. Si no recuerdo mal, con la ingestión de cada caramelo uno absorbía una porción de la esencia de ese ser querido. Se “interactuaba”, señaló el anfitrión, a quien por máxima discreción y de acuerdo a los códigos de la corrección política no identificaré como una persona menstruante o no menstruante. Alegadamente, esa confitería ambulatoria es una obra maestra. ¿Y sabemos, al menos, si el recordado ser querido era una persona dulce?, pregunté antes de llevarme a la boca uno de los caramelos, que tenía un plástico sabor de avejentada vainilla. Luego supe que la confitería ambulatoria no era una obra única sino una especie de costosa franquicia. Para cierre, al agotarse la montaña de caramelos era menester acudir a un costoso proveedor para renovar la esencia del ser querido. Lo que digo, aparte de las muchas distinciones recibidas en vida, el genio de marras merecía un Nóbel de Economía o ser nombrado al frente de una poderosa Cámara de Comercio. En muy pocos negocios, si alguno, redunda tan descomunal ganancia a partir de tan exiguo costo. Nunca volví a encontrar nada tan insustancial en materia artística y a la vez tan genial en materia financiera hasta que vi un plátano colgado de la pared en una reciente edición de Art Basel, en Miami Beach. Arte conceptual, le llaman a estas brillantes operaciones mercantiles, como si el resto del arte no naciera también del concepto. Como si uno no interactuara también con la Mona Lisa o el Retrato del Papa Inocencio X, de Francis Bacon. Por supuesto, yo soy un reaccionario, creyente de que el arte vale según exprese fundamentales ideas y sentimientos. En la medida que tenga una fuerza transformadora. Nadie vuelve a ser el mismo después de ver, escuchar o leer una obra lograda en la búsqueda de una elusiva perfección, de una profunda verdad, de un saber. Sea la Pietá de Miguel Angel, el Tannhäuser de Wagner, Los Demonios de Dostoievski o las sagradas artesanías del Magreb. Me pregunto quién habrá sido transformado, quién habrá experimentado un pálpito de belleza, un halo de misterio, una chispa de inteligencia, con toda esta feria perfomática. Lo mejor que se puede decir de la mayoría de estos “perfomeros” (y Cuba los pare en camadas) es que muestran un extraordinario talento para ocultar su ignorancia y asentar su prestigio en la renuencia a la agónica labor que distingue a todo verdadero creador. El experimento se valida en una auténtica superación del pasado. La ruptura aporta cuando tiende un puente. Cierto, la teología de Santo Tomás Aquino, la música de Beethoven, la poesía de Mallarmé, la pintura surrealista, por citar, fueron en sus respectivos momentos un escándalo para la tradición. Pero escándalos que abrieron nuevas puertas al conocimiento, que descubrieron nuevas verdades. O sea, escándalos capaces de enriquecer la tradición.

1 comment:

  1. Ricardo Lopez
    Excelente artículo. Casi inmediatamente, en el transcurso de su lectura, la definición de “Arte” viene a la mente. La degradación, vulgarización, y simplificación del concepto de “Arte” ha sido una de mis preocupaciones desde Andy Warhol y sus latas de sopa de tomate Campbell para acá. Y sobre todo ahora con la proliferación, el advenimiento y la tendencia liberal elitista de esnobismo hacia los llamados performeros, performadores y performances… Yo le preguntaba a un amigo: que puñetas es un “performance”, y mi amigo me respondía con el silencio… Para mi Andy Warhol y Hunter Biden están en el mismo grupo de desechos, uno de calcomanía plástica y el otro de un nepotismo estrafalario y trasnochado… Los dos, ejemplos fehacientes de las tendencias modernas a redefinir el Arte incluyendo en él, la vulgaridad, el mal gusto y la falta de imaginación. Hoy día, Arte, es cualquier cosa. Hacen de cualquier boñiga, una caca con oficio y destreza, afinan la puntería con escatología cacofónica en la letrina, y le llaman Arte. Afortunadamente Andres, pronta y acertadamente, acude en mi socorro en su definición de Arte que es Interacción, pero interacción transformadora. Me pregunto quien se ha sentido transformado, después de ver la obra insípida de Andy Warhol, las cagaditas de Hunter Biden o de ver a cualquiera de los insulsos performadores salidos de la caliente caldera oportunista y proletaria de la revolución cubana (caramelos de colores o no). Cuba se ha convertido en la cuna de una profusa vulgaridad de jóvenes generaciones de salseros y populares reggaetoneros. Recuerden, hacer el sexo en medio de una multitud en el boulevard San Rafael está de moda como un deporte o una pelea de gallos. Todo se resume en la falta de imaginación, pericia y transcendencia de los performeros, que no tienen, ni tendrán mi tiempo, mi atención o mi dinero. ¡Bah! Me quedo con los clásicos, que el tiempo ya ha puesto a prueba. ¿Me pregunto inútilmente, cuanto ha de durar el rap? ¿Cuándo el péndulo volverá a su lugar, o por lo menos a otro lugar?

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