¡Solo
sabes lo malo que se está poniendo, si sabes lo bueno que era! Y si no pregúntenle
a Pilar antes de la Pandemia del socialismo
Con todo respeto,
a los cubanos de memoria triste y nostalgias traicioneras, que como al sabio de
Macondo le han dejado un país sin futuro. Desde hace rato nos hemos diseminado
como una diáspora por un mundo que se está acabando de joder; pues como decía
el sabio catalán y sus duendes, ahora la literatura ofende y tiene que viajar
en el vagón de carga. Yo prefiero ofender con respeto, que no decir la verdad.
El dueño de la mentira e interfecto dictador cubano desde hace tiempo podrido
en vida, me recuerda la muerte de Pilar Ternera vigilando la entrada y salida
de su Paraíso; enterrado como Pilar en un enorme hueco en el centro de la isla,
en el mecedor con las cabuyas, sus animales envenenados, sus aretes,
prendedores y sortijas. Su tumba sellada con una lápida con el nombre de los
muertos de su revolución. Los cubanos como las mulatas del prostíbulo de Pilar,
también vestidos de negro hemos tenido que improvisar oficios por el mundo, sin
baúles de madera y solo con lo que vestíamos. Salimos como decía nuestro amigo
Bragado ¨hombres y mujeres rotos¨ pero con esperanza. Ya ahora, salen de otro
país, son otros los cubanos. Aquellos que se integraban entonces, ahora se
imponen en la falsedad del multiculturalismo que nos es más que una pérdida de
identidad porque no conocen nada mejor. A mí Ustedes me perdonan, pero como el
sabio de Macondo, cuando escapé de Cuba les dije: - ¡Ahí les dejo esa mierda! Y
me subí a un tren sin regreso sabiendo que el país ya no tenía regreso ni yo
tampoco. Mi temor es ahora que esa nueva generación de avalancha inmigratoria
ilegal, con hábitos de comportamiento y de formación socio-tercermundista, sin
intensión de integrarse a la civilización con la que sueñan, nos arrastren en
una invasión transformadora sin regreso sin que nadie se los haya pedido.
Numerosos son los inexplicables ejemplos que se ven a diario de la mediocridad,
de la mezquindad distópica con un futuro de pesadilla, y del comportamiento
anárquico del sálvese quien pueda, típico del crudo viejo capitalismo colonial de
herencia feudal y de avaricia desmedida que ha permeado hasta el comportamiento
corporativo. También la academia de izquierda está condenando las futuras
generaciones a la socialización, la dictadura de la mayoría y la politización de
la identidad, de la cultura y el conocimiento, todo sin permiso de nadie y sin
preguntarle al mismo individuo que compone esa sociedad. Inclusive Hollywood se
suma a los políticos de carrera que, en su coqueteo vagabundo y su ociosidad,
pretenden arreglar hasta lo que no está roto y joderlo todo de paso al estilo
Obamacare. Los inmigrantes de hoy no parecen ser son los mismos que una vez
hicieron este país grande y no es su culpa, yo también fui distinto, no hay dos
generaciones iguales. ¿Aquellos que alimentaron la creciente clase media, ahora
la disipan? En el mundo corporativo, los valores y el estilo que hizo a este
país de oportunidades prospero para todos, han desaparecido. La academia de hoy
intenta imbuir el socialismo en la formación de los jóvenes, en vez de
ayudarlos a enfrascarse en su propia transformación en su propio sueño futuro;
intentan embarcarlos en transformar el sueño ajeno en una ilusa utopía sin
leyes. Le pregunto a esos profesores si esa es al parecer su excusa para vivir
aquí y no en el paraíso Macondiano del Socialismo que esta al cruzar el Canal.
¿Otros, al parecer, escapan del Paraíso para exportar su propio infierno o
integrarse al sueño? Esas son las diferencias en el comportamiento de un
emigrante. Emigrar o escapar para perseguir un sueño y no comportarse igual, o seguir
viviendo como antes de escapar arrastrando su propia pesadilla. Espero que todo
inmigrante aproveche la encrucijada, la ocasión de educarse y de no perder la
oportunidad de aprender otro idioma, otra cultura, otras normas de
comportamiento civilizado, lejos de las Brigadas de Respuesta Rápida. Ese era
mi sueño, y también puede ser el de todos, el sueño y la oportunidad de ser lo
mejor de lo más humano posible. Aunque soy un hombre feliz, si sabes lo que
estoy hablando, sabes lo bueno que era. Aunque no sea tan terrible, pues aún
somos afortunados de vivir en este gran país, que solo nosotros haremos grande.
Un país, que, a propósito de cualquier tragedia, pandemia o colera, va seguir
siendo tan grande como era y no va a sufrir el destino de Roma y su decadencia.
Aunque nos cambie la vida, será para mejor. La leyenda del sueno americano va a
perdurar como leyenda y realidad. ¡Lo juro!
Buenísimo post!!!
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